En su novela “El idiota”, Dostoyevsky sugiere que la belleza puede salvar
al mundo, pero, ¿qué es la belleza realmente?
Queridos lectores, hoy estoy trascendental. Llevo todo el día pensando que
la sentencia de Dostoyevsky no fue una frase al azar, sino una profecía. Podríamos
vivir sin ciencia, podríamos vivir sin pan, incluso yo, podría vivir sin las
películas de Jim Carrey, pero sin belleza no podría seguir viviendo, porque no
habría nada más que hacer en el mundo.
La belleza puede estar dentro de uno mismo y puede estar fuera. Puede ser
invisible y también podemos tocarla con la punta de los dedos. La belleza la
puedes crear y también destruir, ¿no creéis? Os contaré una curiosa historia.
Fue el verano pasado. El verano es lo más. A mí, si alguien me busca, que
me busque en verano, que el invierno se inventó para que descansen las
picadores de hielo.
Debió darme un golpe de calor, y se me ocurrió la brillante idea de sacarle
partido a mi mirada de topo para convertirla en felina:
ME PUSE PESTAÑAS POSTIZAS
Al principio, me sentía enjaulada, pero no por la presión del pegamento,
sino porque las pestañas eran tan largas que no podía dejar de vérmelas al
pestañear y me sentía como si estuviera dentro de la jaula de un loro.
Como suele pasar con las cosas nuevas, llega un momento en el que te
sensibilizas, ya no lo notas y te acostumbras a ver la vida codificada, como
cuando no pagabas Canal Plus.
Un día, salí a la calle y noté que algo, una pequeña mota, un hilo minúsculo
venido de las tierras del mal, se metía en mi ojo derecho. Entré en una tienda
para mirarme en el espejo, intenté quitármelo con una etiqueta, pero mis
esfuerzos fueron en vano. Eso sí, no salí con las manos vacías, me compré una
blusa y dos pantalones.
La molestia no se iba, así que entré en una óptica para ver si ellos podían
aliviar mi ojo. Después de esperar un rato probándome gafas de pasta y poniendo
caras en el espejo, llegó mi turno. Como podéis suponer, por pura vergüenza, no
advertí al señor óptico de la existencia de mis pestañas de pega. Siguiendo el
protocolo que se enseña el primer día de clase, procedió a levantarme el
párpado con fuerza y decisión. En ese instante, en esas centésimas de segundo
de giro de párpado olímpico, sentí como aquella parte de mi cuerpo se desprendía
y pasaba a formar parte de los dedos mi mayor enemigo:
EL ÓPTICO
¡Virgen santísima! ¡Depilación a traición! ¡80 euros al garete! No sé si
logró sacar la mota. No sé si todavía navega en mi lagrimal. Lo único que sé,
es que salí de allí con el ojo más pelado que el culo de un mono.
Durante las semanas siguientes, mi mirada se volvió extraña, turbia, oscura…
era la viva imagen del protagonista de La naranja mecánica. ¿Bello? Tal vez.
Todo depende de los ojos que lo miren.
¿Qué es la belleza realmente?
La belleza no es cosmética, es cósmica. Es esencial para una vida profunda
y llena de significado, para una vida que se ocupa del alma de las cosas.
Por eso, cuando dudéis de vuestra propia belleza, si alguna vez dios y el
diablo están luchando ahí y el campo de batalla es vuestro propio corazón, no
ignoréis la herida, puesto que es el lugar por donde entra luz, y quizá sea el
comienzo para empezar a querernos a nosotros mismos.
Muy bueno.
ResponderEliminarLa belleza, amiga, está en los ojos de quien mira.
Pero, del mismo modo, es esencial que nosotros nos sintamos bellos.
❤️
¡Gracias Bellesón!
Hay una frase que me gusta mucho:"Ojala te pudieras ver como yo te veo". Eso habla mucho de la belleza. No es tanto un acto de vanidad como de amor y aprecio de los otros hacia ti.Buen post!
ResponderEliminarLa belleza también es compartir los pensamientos. Como bien dices, cuando las heridas están abiertas entra la luz. Aprovechemos el momento.
ResponderEliminarGracias guapa
El lugar por donde entra la luz... muy buena reflexión. Humor y reflexión. Bien combinado y necesario siempre y ahora especialmente. Gracias!
ResponderEliminarHay belleza en las frases y lo sé porque su sabor hace que esta reflexión se lea con una sonrisa en el rostro de la cual sólo se es consciente cuando terminas de leer.
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