domingo, 30 de enero de 2011

LAS BURBUJAS (esos transparentes envoltorios de la nada)

Andaba yo pensando en el valor que tienen las cosas. Una libreta, un boli, un paquete de arroz… Hoy en día casi todo se puede comprar. Todo aquello que es susceptible a gustarnos (e incluso aquello que detestamos) tiene un precio y detrás un señor que se lo pone.

Caminaba el otro día buscando unos zapatos y cuando creí encontrarlos resultó que no tenían mi número. El dependiente, muy amable, me indicó que unas calles más arriba encontraría otra zapatería donde quizá podría encontrar el mismo modelo y cual fue mi sorpresa al descubrir que no solo había subido 6 calles, sino que el precio de los zapatos que quería comprar también había subido con ellas.

- Vaya.

Pensé.

- ¿Qué me he perdido?

La compra masiva de cosas por encima de su precio real, está subiendo con la esperanza de venderlas a mayor precio todavía de forma indefinida. Una burbuja, eso es. Esos transparentes envoltorios de la nada que afianzan la teoría del más tonto. Eso quiere decir que siempre encontraremos a alguien que esté dispuesto a pagar por lo mismo un precio superior hasta que la burbuja alcance su máximo límite de estupidez y explote. Lo malo de estos casos es que a veces no es el más tonto el que está al final del proceso, sino el que más necesidad tiene. ¿Quien seguiría aceptando trabajos precarios con sueldos minimísimos si no fuera por que tiene la necesidad de hacerlo? El destino de todas las burbujas está escrito, y hasta que no se formen otras, intentemos que cuando explote nos salpique lo menos posible.


2 comentarios:

  1. Gustavo Pomodorovski30 de enero de 2011, 10:11

    Muy social. Valdrías para publicista de cocacola :D

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  2. Lo peor de todo es que quien acepta ese trabajo a precio de coste está -muchas veces- desvalorando su experiencia, su profesionalidad, su ética.
    Está claro que todos tenemos necesidad. Pero me pregunto yo: ¿no sería más inteligente hacernos valorar y reclamar lo mínimamente "digno"?
    Porque si no, vamos a ir bajando como tontos mientras otros suben a costa nuestra.
    Así que no nos equivoquemos... el precio de las cosas: las ponemos nosotros.
    Si pagas 245 euros por unos zapatos o 436.000 euros por un piso estás aceptando las reglas en un juego que no creo nos beneficie a ninguno (ya se ha visto, claro).
    Así de triste y así de real.
    Mientras, yo seguiré pagando el pato por los sueldos "razonables"... Están en la burbuja de mi ética.

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